Si solo precalientas el horno cuando realmente lo necesitas y aprovechas el calor residual para cocinar, ya habrás dado un paso importante. Otro consejo para ahorrar energía en el día a día consiste en colocar una tapa encima de la sartén o el cazo cuando cocines. Si también estás dispuesto a invertir en el ahorro de energía, un frigorífico de bajo consumo sería una opción ideal. Los modelos de la clase A+++ solo consumen la mitad de energía que los convencionales.
¿Sabías
que: los dispositivos supuestamente apagados son los responsables del
10 % de tu consumo eléctrico? Este modo
recibe diferentes nombres, ya sea reposo, hibernación, suspenso o stand-by.
Independientemente del nombre, el funcionamiento es el mismo: no desconecta
totalmente al aparato de la corriente eléctrica y añade una media de hasta
115 € anuales a tu factura de la luz. Por tanto, debes apagar totalmente
tus aparatos electrónicos después de cada uso en lugar de dejarlos en reposo.
Otro consejo: carga las baterías solo cuando
estén prácticamente agotadas. Esto beneficia a la vida útil de
la batería, ya que el aparato realiza menos ciclos de carga. Una vez completada
la carga también debes desenchufar el cargador, ya que, por regla general,
seguirá consumiendo corriente. En caso de cargar varios dispositivos a la vez,
lo más práctico es utilizar una regleta con interruptor para poder desconectar
con un solo clic todos los aparatos enchufados.
Todos los ordenadores, portátiles y smartphones disponen de un modo de ahorro de energía que puedes adaptar fácilmente a tus necesidades desde la opción de ajustes del sistema. Entre otras cosas, este modo sirve para reducir o apagar el brillo de la pantalla automáticamente, o bien para que el dispositivo pase al modo de reposo cuando no se utilice durante varios minutos. Esto hace que los portátiles y dispositivos móviles aguanten mucho más con un mismo ciclo de carga y se traduce en un ahorro de energía de hasta un 90 %.
El consejo de ahorro de energía más simple y eficiente es pasarse a las lámparas con luces LED. Las lámparas de LED son un poco más caras, pero a largo plazo merece mucho la pena. Las luces LED consumen menos energía y tienen una vida útil 15 veces mayor que las bombillas convencionales. Por ejemplo, si sustituyes diez bombillas de 60 W por luces LED reducirás tu consumo energético anual unos 405 kWh y ahorrarás aproximadamente 150 €. Además, evitarías la emisión de 310 kg de CO2. Consejo adicional: Si para ti es importante la temperatura de la luz, debes fijarte en los grados Kelvin. Cuanto mayor sea el valor, más fría y azulada será la luz.
Por lo general, los electrodomésticos antiguos consumen muchísima energía. De media, un lavavajillas eficiente consume un 30 % menos de energía que un modelo de hace diez años. El elevado coste inicial se amortizaría a largo plazo si el equipo pertenece a la clase de eficiencia energética A+++. Los antiguos televisores de rayos catódicos son verdaderos enemigos de tu bolsillo. Si estás dispuesto a deshacerte de tu antigua televisión e invertir en una de plasma, debes prestar atención a la clase de eficiencia energética y a los datos de consumo energético anual, ya que existen grandes diferencias entre dispositivos.
Cuanto mayor sea el aparato, más energía consumirá. El frigorífico es un ejemplo muy representativo, ya que está constantemente en funcionamiento. Por ello, deberías comprar un equipo cuyas dimensiones se ajusten a tus necesidades reales. Por ejemplo, para los hogares compuestos por una o dos personas suele ser suficiente una capacidad de 100-160 litros. Esto no solo es aplicable para los frigoríficos, sino también para otros electrodomésticos como las lavadoras: si eliges el tamaño de tambor adecuado puedes ahorrar energía, detergente y agua.